RECORRIENDO EL CAMINO REAL DE SEVILLA (PRIMERA PARTE)

enero 07, 2024

        Cuanto más se indaga en el pasado de Los Yébenes, menos dudas quedan acerca de la importancia del Camino Real de Sevilla (o de Toledo a Córdoba, en la Edad Media) para la historia local. Puede afirmarse sin temor a equivocación que la creación del actual núcleo urbano se debió al paso de esta importante vía de comunicación por esta zona de los Montes de Toledo. 

        Así lo confirma la creación de las dos pequeñas aldeas que, con el paso del tiempo, se convertirían en el actual Los Yébenes; también será el germen de una parte importante del patrimonio cultural de nuestra localidad, ya que a su paso encontramos multitud de vestigios históricos y reminiscencias de hechos históricos de gran relevancia local. 

Los Yébenes: un pueblo y un camino

        Para corroborar estas palabras vamos a iniciar un viaje virtual por el tramo de Camino Real que atraviesa el actual término municipal yebenoso, desde la crestería molinera en el norte hasta los despoblados paisajes de montes y dehesas en el sur. 


Panorámica de Los Yébenes desde la sierra.

 Molinos de viento de Los Yébenes

        Comenzamos nuestra andadura en lo alto del puerto de Los Yébenes, justo donde la formación montañosa separa nuestro término municipal de la vecina localidad de Orgaz. Allí, coronando la sierra, nos encontramos con los molinos de viento (tres pertenecientes a Los Yébenes y otro a Orgaz). Obviamente, la situación de estos gigantes en la zona alta e la sierre no es baladí, pues este emplazamiento buscaba aprovechar mejor los vientos sin que algún obstáculo geográfico lo impidiese, definiendo así una de las estampas más bellas y reconocidas de nuestro pueblo. 

Molino Tío Zacarías, crestería molinera de Los Yébenes

Vestigios del pasado junto al Camino Real

        Vamos descendiendo hacia el valle del Algodor, encontrándonos con las llamadas “alcantarillas”: una serie de pequeños puentes, de manufactura tosca, que permitían salvar los pequeños arroyos que descendían por la ladera de la sierra. Por otro lado, estos pequeños puentes nos muestran como el recorrido del antiguo Camino Real no coincide en todo su trazado con la moderna N-401, como veremos más adelante. Esta parte del trazado de camino que aún falta para llegar hasta el casco urbano fue el escenario donde se desarrolló el cénit de la batalla entre los lanceros polacos al servicio de Napoleón y los ejércitos españoles, en marzo de 1809. Aquí, entre las angosturas del antiguo camino que subía entre riscos y pendientes hacia la cresta de la sierra, chocaron de frente dos columnas de caballería, logrando los lanceros polacos salvarse in extremis de la trampa tendida por los españoles. 

Los Yébenes: un pueblo sin plaza

        Ya en la entrada al pueblo nos recibe la ermita del Cristo de la Vera Cruz, junto a la cual Carlos III ordenó construir un cementerio a finales del XVIII. Este campo santo sería uno de los primeros que se construyeron fuera del casco urbano en España, en un proceso de modernización que pretendía desechar la costumbre de vez de enterrar en iglesias y ermitas a los difuntos. La intención de esta decisión era erradicar los problemas de salubridad que periódicamente provocaba esta costumbre. Cuando llegamos a la plaza nos percatamos de algo muy curioso… Los Yébenes no tiene una plaza amplia como muchos pueblos de la zona, ¿a qué se deberá esto? Básicamente a que, como ya todos sabrán, originalmente nuestro pueblo eran dos núcleos de población distintos, con sus respectivos alcaldes, alguaciles y justicias, cuya única frontera durante siglos fue el Camino Real. Esa antigua división la evidencian hoy día nuestras dos iglesias. Una frente a otra. Yébenes de Toledo frente a Yébenes de San Juan.

Cruces de piedra

        Atravesamos la localidad de norte a sur y, nada más salir del casco urbano, nos encontramos con una cruz de piedra. Estas estructuras eran una manifestación de religiosidad popular que solían situarse junto a ermitas e iglesias, así como a las entradas de los pueblos para mostrar la creencia católica de sus habitantes, por un lado, y bendecir al viajero que salía del pueblo, por otro. También podían servir para marcar los límites jurisdiccionales entre poblaciones, recibiendo en estos casos el nombre de “cruz de término”. 

Cruz de piedra situada al sur del casco urbano, junto al itinerario del Camino Real de Sevilla.

El despoblado de San Andrés

        Dejamos atrás el casco urbano y proseguimos nuestro periplo por el Camino Real hacia el sur, llegando así hasta los márgenes del río Algodor. Allí se levanta el puente de San Andrés, o más bien su versión moderna, pues del antiguo apenas quedan algunos cimientos visibles. En ese puente tuvo lugar una enconada escaramuza entre españoles y franceses en 1813, donde los españoles, a pesar de su inferioridad numérica, lograron rechazar un gran ataque de la caballería gala. Tampoco debemos olvidar que junto a este puente existió una pequeña aldea creada en la Edad Media, también llamada San Andrés. Tras varios siglos de existencia, dicha población sería abandonada por sus habitantes, aunque su recuerdo perduraría a través de reminiscencias toponímicas como el “Paredón de San Andrés”. De ahí que pasase a la Historia como el despoblado de San Andrés, aunque su recuerdo sirve como demostración de que este valle del Algodor dio lugar a multitud de pequeñas poblaciones durante el proceso repoblador en la Reconquista.

        En el siguiente capítulo proseguiremos con esta singladura por el Camino Real de Sevilla, internándonos en las zonas más alejadas del casco urbano pero no por ello carentes de historia e identidad yebenosa.




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